Esta situación se repitió una y otra vez en mi infancia hasta que, un día, se acabaron las fiestas y la incógnita del por qué no podían compartir las generaciones, siempre prevaleció en mí.

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Entrados los años, luego de salir de mis estudios universitarios, aún me seguía preguntando por qué a los niños se les dificulta tanto interactuar con los mayores y biseversa. Lo observé en el bautizo y cumpleaños de muchos de mis sobrinos. También sucedió en las reuniones de mi familia y en una que otra reunión de amigos. Pareciera que el mundo de los niños y los adultos se manifestara por aparte.

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No es una exageración. De hecho, de pequeños en casa, separaban la mesa de los niños de la de los adultos en reuniones familiares. De adulto me encantó, y aún me encanta, compartir con ellos. Por lo tanto, con la intención de reconciliar y unir a todas las generaciones, decidí diseñar esta experiencia única que, no sólo va a amenizar la fiesta de cumpleaños de tus pequeños, conectará a abuelos, padres, madres, tíos e hijos. A toda la familia.