¿Haz pasado por esto alguna vez?

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Yo lo viví y te puedo decir que no es divertido. Sin embargo, mi refugio, solía ser la lectura. Más aún las historias y que me las narraran.

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Las historias han hecho parte de mi vida. De hecho, creo tanto en el poder de las palabras y en la grandeza de ellas, que me impulsé a estudiar durante más de cinco años la comunicación social y la actuación con la intención de romper con ese yugo y relacionarme mejor con mi entorno.

 

  Sin embargo, aún con estos saberes, me sentía vacío. Algo hacía falta.

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Fue entonces que apareció el slackline y el equilibrio físico. Una actividad única que me conmovió y me enseñó a entenderme en el tiempo presente. 

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Tras años de práctica y mucha disciplina relacioné el storytelling con la práctica del equilibrio, con esta acción, la magia surgió y la buena acción se transformó en abundancia y salud. Diseñé un programa único y muy completo, que conecta a mis estudiantes con los cuatro canales de expresión. Pensamientos, sentimientos, deseos y necesidades.

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Fue tan grande mi sorpresa al implementar mi taller y al depurarlo con miles de personas que, pasados 10 años de este proceso, puedo decir que el slackline no era el servicio que prestaba, en realidad era el equilibrio del ser y la consciencia del aquí y el ahora.

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Hace un año, en mi trabajo como profesor de equilibrio del ser en la Universidad Jorge Tadeo Lozano, La directora del centro de arte y cultura me hizo una linda observación. "Lo que tú enseñas es puro mindfulness" Cuando escuche esa expresión me impacté, pues no conocía la práctica. 

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"Tu ayudas a las personas a recordar lo importante que es respirar, estar atento, relajarse, fluir y jugar... Tu enseñas mindfulness" 

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Ante esa etiqueta tan hermosa me interesé en estudiar sobre el tema e implementarlo en mis sesiones. El resultado fue brutal.