El arte de equilibrar un país: mi camino con el Centro de Slackline Colombia
- Mario A. Venegas Borrás
- 3 nov
- 3 Min. de lectura
Por Mario Venegas
Una cuerda en medio del caos
En octubre de 2012, mientras Colombia atravesaba tensiones políticas, crisis económicas y una acelerada transformación digital, decidí tender una cuerda sobre el vacío. No para cruzarla solo, sino para invitar a otros a hacerlo conmigo. Así nació el Centro de Slackline Colombia (CSC), una iniciativa que convirtió el acto de equilibrarse en una metáfora viva de resistencia y consciencia.
Me hice una pregunta que aún me acompaña: ¿Por qué no aprender equilibrio en un mundo desequilibrado?
Desde el principio, vi en el slackline algo más que un deporte. Era un lenguaje. Una forma de devolverle al cuerpo su voz y a la sociedad su centro.
De los parques al aula abierta.
El CSC comenzó como una escuela itinerante. Junto a mi equipo, enseñábamos equilibrio en parques, universidades y plazas. En 2013, la Revista Plan B registró por primera vez nuestra experiencia bajo el título “Escuela de Slackline en Bogotá”. Ese reportaje fue el punto de partida para una década de evolución metodológica y reconocimiento público.
Nuestra propuesta integraba educación experiencial, psicología corporal y liderazgo colaborativo. Con el tiempo, el CSC se consolidó como una plataforma de formación integral, donde el cuerpo se convertía en territorio de aprendizaje.
TEDx, caídas y retornos al equilibrio
En 2017, subí al escenario de TEDx Pereira para compartir lo que había aprendido entre cuerdas, caídas y retornos al equilibrio. Mi charla, “El poder del cero y el potencial de transformación”, publicada por TEDx Talks, resumía la filosofía que nos guía: enseñar equilibrio como herramienta de comunicación, resiliencia y transformación social.
Ese mismo espíritu me llevó a participar en iniciativas de paz y reintegración social, donde el slackline se convirtió en puente simbólico entre mundos que antes no se tocaban.
Equilibrio para la paz.
En 2019, viajamos al ETCR Miravalle, en Caquetá, para coordinar un proceso de formación con excombatientes y campesinos. La cuerda se convirtió en un espacio de confianza, escucha y presencia. Ese año, El Nuevo Siglo publicó un reportaje que destacó nuestro trabajo en la construcción de paz a través del deporte. Durante ese periodo, los beneficiarios de esta mentoría representaron a Colombia en el Mundial de Rafting por la Paz, llevando nuestro mensaje de equilibrio consciente a escenarios internacionales.
Reinventarnos en pandemia
Entre 2020 y 2024, mientras el país aprendía a sostenerse sobre la incertidumbre, transformamos nuestra práctica en un programa de educación alternativa y mindfulness, en alianza con la Universidad Jorge Tadeo Lozano. La cuerda se volvió virtual, pero el propósito seguía intacto: enseñar equilibrio en tiempos de confinamiento.
También lideré un proceso de formación institucional con la Gobernación de Cundinamarca, impactando a más de 3 000 funcionarios. Los talleres abordaron liderazgo empático, gestión emocional y bienestar organizacional.
2025: equilibrio corporativo y cultura viva
Hoy, el CSC sigue expandiéndose en los sectores empresarial y cultural. En 2025, hemos desarrollado experiencias de bienestar y liderazgo con la Media Maratón Andina, Skandia, Falabella, ADRES y la Feria Internacional del Libro de Bogotá (FILBo).
En cada intervención, traducimos el movimiento físico en un lenguaje de transformación humana. A través del slackline, el balance board y el hulahoop, las personas descubren que la estabilidad no es un punto fijo, sino una conversación constante con el cuerpo y el entorno.
La cuerda como metáfora nacional.
A trece años de su fundación, el CSC se ha convertido en un referente colombiano de innovación social, educación del movimiento y bienestar corporativo.
Nuestro legado no se mide en metros de cuerda ni en récords de equilibrio, sino en las vidas transformadas por una práctica que enseña a caer con consciencia y levantarse con propósito.
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