Soacha se eleva: el highline colombiano cruza un nuevo umbral con tres Big Lines de 400 metros
- Mario A. Venegas Borrás

- 31 may
- 2 Min. de lectura
El cielo de Soacha se tensará este fin de semana con el trazo de tres líneas de 400 metros.

Por primera vez, el municipio será escenario de un encuentro de Big Lines, una modalidad del highline que pone a prueba el equilibrio, la técnica y la voluntad sobre la nada. Mauricio Tovar, junto a un equipo de riggers y con el apoyo de la Mesa de Circo y la Alcaldía Municipal, ha hecho posible lo que parecía impensable: convertir el abismo en escenario.
En Colombia, el highline ha dejado de ser una rareza para convertirse en una forma de resistencia aérea. En medio de montañas, torres y cañones, una comunidad comprometida ha tejido lentamente esta disciplina que mezcla cuerpo, mente y territorio.
Mauricio Tovar, practicante incansable desde hace casi una década, ha sido uno de los nombres clave en esta expansión. Su visión cristaliza ahora en el aire de Soacha, con líneas que no solo cruzan el vacío, sino también el tiempo que ha tomado llegar hasta aquí. Porque los mejores actos no nacen de la prisa, sino del rigor que forja lo inolvidable.
El encuentro se desarrollará del 29 de mayo al 2 de junio, con el corazón del evento concentrado los días 1 y 2. Tres Big Lines de 400 metros serán montadas por un equipo de riggers compuesto por Hugo, Javier, Faruh, Slako y el propio Mauricio.
La seguridad, el respeto por el entorno y la excelencia técnica están garantizados por años de experiencia y una pasión compartida por elevar los límites de lo posible. No se están solicitando recursos económicos: el evento nace del deseo colectivo de compartir y expandir una visión.
Soacha no es un accidente geográfico en este relato: es un acto de justicia simbólica. Al elegir este municipio, históricamente marginado, como escenario del encuentro, los organizadores abren una grieta luminosa en el imaginario del deporte extremo y del arte en altura.
El apoyo de la Mesa de Circo del municipio y la Alcaldía refuerza la potencia de este gesto: cuando el Estado acompaña los sueños, la cultura no solo se sostiene, sino que se eleva.
No se trata solo de equilibrio. Se trata de memoria suspendida, de cuerpos que insisten en caminar el aire como si el mundo aún pudiera sostener la belleza. Porque los grandes actos toman tiempo. Y en el aire de Soacha, ese tiempo ha llegado.











































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